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Cuando la fiebre aparece en nuestro hijo siempre es motivo de preocupación.
Podemos notar con facilidad la incomodidad que causa en el niño, impidiéndole realizar sus actividades con normalidad, pero ¿Es la fiebre el problema? En realidad, no. La fiebre en los niños (y en cualquier persona) es un mecanismo de defensa y alarma. La temperatura se eleva debido a la presencia de alguna infección en su cuerpo, es decir que sus defensas provocan la fiebre por dos motivos: dar aviso de que algo no se encuentra bien y para ayudar a atacar el microbio que provoca la infección.
Tan pronto percibas que tu hijo tiene fiebre es conveniente acudir al médico para que lo valore y recomiende el tratamiento adecuado. La fiebre en los niños por lo general, es causada por alguna enfermedad viral que no requiere tratamiento. Será precisamente la fiebre la que ayude a frenar la infección, al evitar que el microbio se siga reproduciendo. Por esto, debes saber que la intención principal no es detener la fiebre, si no controlarla para que no resulte incomoda o de mayor problema para tu hijo al tiempo que combate la infección.
Es probable, dependiendo de la situación del niño, que el pediatra indique administrar paracetamol o ibuprofeno para ayudar con el dolor, la inflamación y aliviar las molestias que la fiebre pueda provocar. Es muy importante no exceder la dosis que el médico recete, ni tampoco combinar medicamentos para “quitarle la fiebre”, pues como bien decíamos esta es una aliada contra la infección, por lo tanto, no conviene desaparecerla.
En conclusión, la fiebre en los niños no es enemiga ni representa mayor riesgo, sino todo lo contrario. Siempre y cuando esta sea controlada de manera adecuada, resultará una gran aliada contra la infección, un poco molesta eso sí, pero de ayuda al final de cuentas. Por eso no debe subestimarse o ignorarse, toda fiebre debe ser vigilada y valorada por un médico pediatra.
